Desde la irrupción de la crisis financiera uno de los temas estrella ha sido el bonus de los altos cargos y CEO de los grandes bancos de Inversión y generalistas o de retail. No deja de ser demagógico que se cuestionen estos bonus y no otros de otros sectores también subvencionado como podrían ser las telecomunicaciones o el automóvil.
Siempre los bancos y cajas han tenido el estigma de no aportar nada a la economía y simplemente hacer de usureros e intermediarios, y quizás esta idea la heredamos de los primeros bancos tal y como los conocemos en la actualidad(s.XVI).De hecho, podemos recordar la mala fama de aquellas familias que en esa época actuaban como banqueros prestando el dinero, me viene a la memoria la película del mercader Venecia en la que los judíos eran repudiados en público y tenían limitadas las salidas de su ghetto, pero luego les solicitaban dinero para su vida normal.
Pero en lo referente al bonus propiamente dicho, los bancos tienen una característica que no tienen otros sectores, y de ahí la perversión del sistema de bonus tanto a las más altas esferas, como al empleado de a pie o el director de oficina. Los bancos no venden un producto estándar (ropa, ordenadores…), los bancos venden productos a futuro, y en el caso de hipotecas son productos que tendrán influencia en el balance de la entidad en los próximos 30-40 años.
Por ello, es frecuente que aquellos director@s de oficinas que recibían más premios y salían en todas las revistas internas como los mejores hoy en día se encentran en la calle buscando un nuevo empleado, porque lo que en su momento fueron incrementos brutales de negocio hoy se han convertido en morosidades insostenibles.
La conclusión es que el sistema de bonus no se puede basar en el número de operaciones nuevas concedidas, ni en objetivos marcados por la central («enchufar» 20 planes de pensiones), sino que se debería basar en trayectorias, no en hechos puntuales. La idea sería evaluar la calidad de su gestión.
Por ello, el sistema de retribución debería tener en cuenta las quejas de los clientes, su fidelidad, los resultados de gestión, y porque no, la satisfacción de los empleados. Las números por si solos no son fiel reflejo del rendimiento de un empleado, al menos en este sector con este tipo de productos.