errores psicológicosRecuperamos un tema de lo más interesante de la mano del gran Josep, que nos trae otras de sus muy trabajadas entradas para subir un poco el nivel del blog, lo vamos a nombras experto en petróleo y psicología. poca broma, que Alexander Elder era picologo y empezó por menos. Los errores psicológicos seguramente son los que consecuencias más negativas tienen para un inversor.

Al final, creo que para tener éxito a largo plazo en la bolsa, es mas importante el factor psicológico que el técnico con mucha diferencia. De la misma forma que sabemos de casos de grandes jugadores en potencia que sin mentalidad se han quedado en nada, desperdiciendo ese talento, otro muy limitados, se han servido de ese tesón y espírito competitivo para llegar. Yo creo que el mundo de la inversión sigue bastante esa senda, salvando las distancias lógicamente. Al final, lo díficil es no ponerse nervioso ni en grandes bajdas ni en grandes subidas, que es cuando entran dudas sobre nuestras estrategias. Sin más, os dejo con esta gran entrada, muy útil para reflexionar sobre nuestro comportamiento ante nuestra cartera en rojo..

 Presentación

La intención de este artículo y posteriores es presentar los principales sesgos y respuestas psicológicas, así como posibles antídotos.

La mente humana no está bien equipada para la toma de decisiones objetivas en entornos de incerteza. Aprendemos por prueba/error, necesitamos feedback para establecer relaciones causa-efecto sobre lo que hacemos bien o mal, y así corregir errores durante el proceso de aprendizaje.
Si damos un derechazo jugando al tenis y la pelota va fuera, hay feedback, sabemos que le dimos demasiado fuerte. Si hacemos una dejada y la bola se queda corta, recibimos información al instante de que le hemos dado flojo.

En el trabajo y en la vida en general, el feedback puede tardar un poco más, así, en la mayoría de proyectos tenemos información a los pocos días o como mucho a las pocas semanas.

En la inversión, y especialmente en value-B&H, pueden pasar meses y años antes de tener evidencias de que en su momento acertamos. Por si esto no fuera poco, los sesgos y tendencias psicológico-emocionales afectan de forma consistente nuestras decisiones.

Introducción

Grandes inversores como Charlie Munger o Howard Marks tienen una checklist de inversión que incluye posibles fallos psicológicos y sesgos cognitivos. Sin duda porque afectan a la toma de decisiones objetivas.

Se pueden clasificar en su origen en 2 grupos. Si bien ambos están interrelacionados. Y a la vez dentro de cada grupo puede actuar más de un factor simultáneamente. Afectan a muchos ámbitos de la vida. En particular, sobre cuestiones de  dinero, pueden ser demoledores.

  • Factores emocionales. Demóstenes y otros clásicos de la tragedia griega lo sabían muy bien : la razón es esclava de la pasión.

Sabemos que no hay que decidir algo importante cuando nos superan las emociones. Pero sin ellas la vida no tendría sentido. Amor/odio, alegría/tristeza, generosidad/codicia, admiración/envidia, estrés, etc. Conectadas a lo más profundo de nuestro ser, interfieren en nuestros procesos mentales, a veces positivamente, otras no. Suponen un posible efecto bola de nieve combinadas con los sesgos cognitivos.

  • Sesgos cognitivos. Con automatismos inconscientes en la toma de decisiones consecuencia de la intuición y los patrones heurísticos de nuestro cerebro. Hay muchos, más de 100, y afectan todos los ámbitos. Nos centraremos en explicar con ejemplos el origen y efecto de los más directamente relacionados con la vida y la inversión, los problemas que pueden causar, y como mitigarlos.

Un breve vídeo sobre lo que suponen los sesgos cognitivos, esos “atajos mentales” inconscientes que toma nuestro cerebro, nos pondrá en situación :

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Prospect Theory

 Daniel Kahneman (primer psicólogo Nobel en economía) y Amos Twersky, distinguieron 2 niveles de pensamiento dentro de nuestra mente :

  • Sistema 1. Pensar rápido. Las decisiones son instintivas y basadas en “atajos mentales” inconscientes (procesos heurísticos cerebrales). Razonamiento implícito. Poco desgaste mental y energético.
  • Sistema 2. Pensar despacio. Las decisiones son tomadas en base a procesos conscientes, calculados y analíticos. Razonamiento explícito. Gran desgaste mental y energético.

Habitualmente el Sistema 1 toma la delantera por rapidez y eficiencia-vagancia, así que nos formamos una opinión por asociación y similitud con lo que vemos o conocemos. Sólo que esa opinión está inconscientemente sesgada. Puede interferir con el Sistema 2, además de afectar y verse afectada por las emociones. Parece complicado pero no lo es, a los interesados os ruego que sigáis leyendo y pronto quedará más claro.

La prospect theory, identificó un grupo de claros y corrientes sesgos cognitivos :

  1. Aversión a la pérdida. Falta de objetividad sobre el balance pérdidas-ganancias.
  1. Efecto dotación (“endowment effect”) : una cosa percibida como nuestra vale más para nosotros que su precio real. El apego a nuestros seres queridos, bienes, e inversiones preferidas llega a ser grande.
  1. Heurísticas de Representatividad o de Negligencia de probabilidad : sobre-valorar eventos poco probables e infravalorar eventos muy probables.
  1. Heurísticas de confirmación : tendencias a confirmar lo que ya pensábamos

Aparte de estos 4 grupos hay otros tipos de sesgos cognitivos y respuestas psicológico-emocionales que también influyen en el proceso de toma de decisiones. Los veremos también en futuros artículos.

Comprobemos a través de una prueba visual cómo funcionan los sesgos y cómo engañan a los sentidos y a nuestra mente.

¿Cuál de las 2 circunferencias naranja es más grande?

Errores psicoloógicos

Ambas son exactamente iguales. Comprobadlo. El hecho de estar rodeadas de circunferencias azules con distinta superficie relativa confundió nuestro juicio. De forma análoga, comparamos hechos en nuestra mente y extraemos conclusiones sesgadas.

La idea de Kahneman y Twersky, en combinación con otros autores como Thaler, Ariely, etc, fue validada en multitud de experimentos en Psicología y Economía del comportamiento (“Behavioral economics”) además de refrendado por la neurociencia aplicada a las finanzas (“neuroeconomics”, “neurofinance”, “neuromarketing”).

Se descubrieron patrones neuronales que tienden a activar distintas áreas del cerebro en secuencias recurrentes. Se comprobó que era así vía distintos métodos de medición y recogida de datos como electroencefalogramas, dilatación de la pupila, conductancia de la piel, resonancia magnética por infrarrojos, etc, y se realizaron diferentes experimentos con evaluación mediante estudios estadísticos. Se siguen haciendo grandes progresos en estos campos.

Aversión a la pérdida.

Tal vez el sesgo cognitivo más importante. La aversión a la pérdida no sigue un patrón clásico de una función de utilidad.

Hablando en plata, eso significa que la utilidad esperada real o la satisfacción que nos produce una ganancia, no es equiparable al desazón que provoca una pérdida de igual cuantía. Proporcionalmente, nos duelen más las pérdidas.

Loss vs gain mentality

Supongamos el siguiente juego : Tenemos 1000€. Existen 2 opciones :

a)Ganar 1000 euros más.

b)Perder 500.

Con igual probabilidad (50% cada opción).

¿Qué haríamos? ¿Jugaríamos? La mayoría nos sentiríamos incómodos apostando, a pesar de que la esperanza matemática del juego supone un beneficio de 250€  (0,5*1000)+(0,5*-500)=250

Aquí el porqué. Para un individuo medio, la aversión a la pérdida es al menos el doble  que la satisfacción por una ganancia de igual montante. Y cuando perdemos nos volvemos más cautos incluso si las probabilidades de ganancia son las mismas o mejores. A no ser que hayamos perdido tanto que…

¡De perdidos al río!

psicologia pérdidas y ganancias bolsa

¿Qué nos cuenta la gráfica? La pendiente en la función de utilidad es más empinada en el 3er cuadrante (ejes neg-neg) que en el 1º (ejes pos-pos). Esto se mantiene hasta que ya hemos perdido tanto que nuestra aversión disminuye y estamos dispuestos a tomar más riesgos para obtener una ganancia. O bien ya hemos ganado suficiente y ganar un poco más no nos causa la misma satisfacción. Apreciable en la disminución de pendiente de los 2 extremos de la curva en forma de S (puntos B y C).

Económicamente, la aversión a la pérdida y otros sesgos tienen una repercusión clara en el comportamiento de las personas al hacer sus transacciones. Y por lo tanto también en los mercados. Lo cual, entre otras razones, echa por tierra la teoría del mercado eficiente en su versión más dura. Es decir, como mucho, el mercado tiende a ser eficiente, sólo eso, y los individuos-operadores del mercado no actuamos siempre de forma racional.

¿Y si en vez de apostar al juego anterior una sola vez, lo pudiésemos hacer 100 veces? Como más tiradas hagamos, más aumentan nuestras posibilidades de ganancia a largo plazo. La pregunta ya no sería si nos sentimos cómodos al apostar una vez, sino cuantas veces debemos jugar para maximizar las ganancias. La respuesta obviamente es que el mayor número posible. En inversión significaría el mayor número de años posible.

En el ejemplo del juego, las posibilidades de obtener un premio medio según la esperanza matemática, jugando 100 veces, serían de 250€*100=25.000€.

Las de obtener una pérdida total serían de -500€*100=-50.000€ , en el caso harto improbable de perder 100 veces seguidas.

Y las de obtener una ganancia total serían 1000*100=100.000€, también poco probable.

El quid de la cuestión es que cuantas más veces jugamos a un juego ligeramente favorable, más nos beneficia, y la aversión a la pérdida debería diluirse automáticamente. Sin embargo, somos seres emocionales y a veces irracionales. Tendemos a pensar en términos de similitud y no en términos estadísticos, así, si una opción no parece buena, aunque matemáticamente sí lo sea, la “lógica intuitiva”  (ese Sistema 1) nos conduce a pensar que la misma opción repetida más veces tampoco lo será. Sin embargo, al repetir la elección muchas veces, el riesgo se diluye y diversifica.

En teoría económica clásica, la función de utilidad de Bernoulli nos indicaría también  descartar la misma transacción muchas veces si la utilidad del intercambio inicial es baja para nosotros. Sin tener en cuenta de si es baja debido a la aversión a la pérdida o a otros factores. Es decir, la función de Bernouilli sólo tiene en cuenta niveles de riqueza a los que asigna una utilidad, mientras que la función de Kahneman recoge también los cambios que el nivel de riqueza provoca en esa utilidad.

En el caso del sencillo juego, la probabilidad de no perder sería una ganancia 0 :

(1000*0,33)+(0,66*-500)=0. Si con una tirada nuestras probabilidades de no perder ya son buenas, en 100 tiradas, para quedarnos como estábamos al principio, deberíamos perder 66 veces (0,66*-500), lo cual es poco plausible.

Podríamos por supuesto perder muchas veces seguidas, pero a la larga, las expectativas son favorables.

Vamos al grano. ¿Qué significa la aversión a la pérdida para el inversor medio?

Imaginemos que tenemos una cuenta en el banco con 20.000€. Un día vamos por la calle y perdemos un billete de 50€ que llevábamos en el bolsillo. Muchos estaríamos maldiciendo, sin embargo es el sesgo de aversión a la pérdida y la respuesta emocional asociada lo que provoca la irritabilidad que nos invade. La pérdida real no guarda relación con nuestra situación global. En conjunto sobre los 20.000€, perder 50€ no supone ningún grave contratiempo.

Consideremos al caso concreto de unas pérdidas en algún activo de nuestra cartera de acciones. Tenderemos a pensar inconscientemente en el activo concreto y la pérdida que se ha provocado, aislándolo del resto de la cartera total (miopía de aversión a la pérdida y contabilidad mental en lugar de real). Nuestra intuición (Sistema 1) separará el acontecimiento automáticamente en vez de encuadrarlo en el panorama global. Pensaremos: “¡Caray! Repsol o Santander, o la que sea, me están crujiendo! Y aunque nos demos cuenta más tarde del impacto real y de las menores consecuencias a largo plazo, ese sesgo va a seguir con mayor o menor fuerza en el subconsciente.

Ese mismo sentimiento de aversión llega a materializarse aunque todavía no hayamos ganado o perdido nada. Es la expectativa de una recompensa. Puede ocurrir en diferentes ámbitos de la vida : con el amor, el trabajo, la familia, el estatus social, etc.

Si esperamos que se produzca un acontecimiento y aceptamos una cosa como cierta, si ésta no se produce, aunque no hayamos llegado a disfrutarla, desencadena la misma reacción. Sentimos su pérdida. Si esperamos un beneficio en una inversión pero no se materializa, lo podemos percibir como una pérdida. Aunque no lo sea y después podamos relativizarlo.

Psicología de la pérdida

¿Alguien ha intentado quitarle un hueso a un perro? Su reacción a la posible pérdida de ese manjar va a ser grande, incluso si no está aún comiéndoselo. Puede llegar a mordernos si insistimos. Aquí, la aversión a la pérdida se juntaría con el sentimiento de posesión (efecto dotación).

La adaptación evolutiva de los animales mantiene circuitos autónomos. Los humanos también los tenemos. Hace milenios defendíamos nuestra comida instintivamente, y hoy en día seguimos defendiendo inconscientemente todo lo que nos es importante. El dinero representa en el interior de nuestra mente la capacidad de obtener comida, techo, y seguridad. Nos disgusta perderlo y sentimos que debemos protegerlo.

Un aspecto importante de la aversión a la pérdida es su dinamismo en relación con el estado emocional. Cuando nos sentimos más excitados nuestra aversión disminuye, mientras que cuando nos sentimos estresados o deprimidos aumenta. Puede incluso derivar en un sentimiento de miedo como vimos en esta entrada.

¿Quién no ha conocido el desaliento después de comprar una acción y ver como cae? Eso nos afecta inconscientemente aumentando nuestro deseo de seguridad y siendo más proclives a ser precavidos o a buscar precios más bajos. Refrenándonos inconscientemente en volver a comprar aunque se puedan presentar buenas oportunidades. ¿Y si baja más? Nos decimos. Aumentó nuestra aversión a una posible pérdida al mismo tiempo que el sentimiento de culpa por haber “fallado”, incluso si objetivamente no fue así y hubo otros factores condicionantes. Aparte del hecho que es imposible saber a ciencia cierta si bajará más o subirá esa acción.

Semejante problema ocurre cuando debemos vender. Nos sentimos más impulsados a vender nuestras acciones que han incrementado de valor en comparación con las que lo han perdido. Desafortunadamente eso significa que podemos aferrarnos en demasía a nuestros  chicharros, y a la larga puede demostrarse una estrategia muy peligrosa porque vamos acumulando más chicharros con la esperanza de que van a remontar. La aversión a la pérdida entra en juego juntándose con la vergüenza de habernos equivocado (efecto  remordimiento).

Torrance Odean, economista de la Universidad.de Berkeley descubrió que las acciones ganadoras cuando no eran vendidas obtenían un 3,4% más de rentabilidad que las perdedoras. Incluso en profesionales de la inversión, se descubrió que se aferraban a sus acciones perdedoras el doble de tiempo que a sus ganadoras.

Intentando aplazar el dolor por la pérdida, irónicamente, el resultado final puede ser más dolor y menos beneficios a largo plazo.

Incluso se mantiene el patrón más allá. Al decidir la posible compra en el futuro de una acción con la que hayamos perdido en el pasado, y a pesar de que la empresa haya podido cambiar a mejor, el sentimiento emocional de la pérdida sufrida anteriormente se interpondrá inconscientemente en nuestra decisión.

 

Sumario y antídotos

 

¿Cómo tomar medidas si se trata de una reacción inconsciente? Como decían nuestros maestros en el colegio, plantear correctamente el problema ya es la mitad de la solución. Bien, ya sabemos que no nos gusta perder (¡sorpresa!), y que tenemos un sesgo cognitivo automático en ese sentido ligado a una posible respuesta emocional. Nos duelen el doble las pérdidas de lo que nos agradan las ganancias de igual montante.

No podemos variar lo que percibimos y sentimos, pero si podemos modularlo. (1) Siendo conscientes de nuestra reacción inconsciente y nuestro estado emocional. (2) Comprobando cuán influida por el sesgo se encuentra la decisión que vayamos a tomar. (3) Intentando re-situar objetivamente el evento con el que sufrimos el sesgo dentro de su contexto apropiado. Eso vale para casi todos los sesgos.

Otra solución más inmediata en inversión para los que tengan una gran aversión a la pérdida es situar órdenes stop loss. Por ejemplo un 20% por debajo del precio de entrada. Aunque no es muy aconsejable en B&H, puede ser útil en determinados casos. Si después de revisar la posición vemos que los fundamentales no se han deteriorado irremisiblemente o que la tendencia a la baja puede revertir, siempre podemos quitarla. Luego, si se tercia, promediar a la baja o alternativamente salirnos y re-comprar más abajo. O simplemente buscar pastos más verdes en costes de oportunidad.

La modulación de los errores psicológico-emocionales parte de la auto-conciencia y el auto-conocimiento. Saber cuál es nuestro carácter, personalidad, y estilo emocional, nos puede ayudar determinar nuestros sesgos más probables. Eso también queda para más adelante.

Este proceso, en la vida y en la inversión es mucho más fácil de hacer mediante tests, diagramas de decisión, o simplemente mediante checklists.

Una checklist no podrá evitar los sesgos cognitivos y otros fallos psicológicos pero reducirá errores causados por ellos. De la misma forma que los pilotos tienen una lista de puntos a comprobar antes del despegue y del aterrizaje, es aconsejable añadir una checklist específica de este tipo de fenómenos.

Aclarar que para nada soy experto en psicología ni en economía del comportamiento. Que me disculpen los puristas por eso y por si hay inexactitudes.  Animamos a los lectores que piensen que el artículo contiene fallos a enviar feedback vía comentarios y con mucho gusto los corregiremos. Muchas gracias.

 

Fuentes : “Pensar rápido, pensar despacio” Daniel Kahneman. “Predictably irrational” Dan Ariely. “Misbehaving : The making of behavioral economics” Richard Thaler. “Influence” Robert Cialdini. “The success equation” Michael Mauboussin. “The psicology of human misjudgement” Charlie Munger.

7 Comentarios

  1. Pensar rápido, pensar despacio es el último libro que he leído y te puedo asegurar que este resumen que has realizado es «muchísimo» más ameno y mejor explicado. Tienes que hacer la reedición.

    • Hola RC

      Coincido, hay menos libros que traten de cerca el importe elemento de la psicología del inversor, Josep está trabajando en más artículos sobre esta temática que seguro nos intereserán a todos!

      Un abrazo

    • Hola Roberto Carlos,

      Muchas gracias. Tambien se me atragantó el libro de Kahneman, la información que contiene es buenísima pero el estilo narrativo un poco confuso y cansino. Igual sobran algunas páginas de las 700 y pico.

      Salu2 Cordiales

  2. Muy interesante y ameno. El vídeo que has compartido lo explica genial. Me estoy leyendo el libro de Kahneman, la verdad es que es poco ameno, gracias por el resumen y las reflexiones. Da que pensar…Saludos!

    • Hola Marta

      Completamente de acuerdo, este tipo de entradas te hacen darte cuenta de cosas que en nuestro día a día podemos intuir, pero que no somos conscientes de lo que nos afecta en nuestra toma de decisiones

      Un abrazo

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