Tras meses sin excesivas concreciones, en las últimas semanas se han producido dos hechos relevantes que pueden allanar el camino de la ayuda financiera. En primer lugar, las conversaciones entre el banco central y el Gobierno han dado lugar a una enmienda de la legislación que será remitida al parlamento húngaro como máximo a principios de julio. Dicha legislación restituye competencias clave en materia de política monetaria al banco central. Sin esperar a la plena adopción de la nueva normativa, el Gobierno solicitará inmediatamente al FMI y a las instituciones comunitarias el reinicio de negociaciones formales.
El segundo cambio relevante es el anuncio de una serie de medidas presupuestarias para 2012 y 2013 que la Comisión considera adecuadas para garantizar que el déficit público se situará en niveles inferiores al 3% del PIB. Como consecuencia, recomienda la suspensión de procedimiento de déficit excesivo y la no aplicación de la multa anteriormente comentada. Todo ello ha confirmado el escenario dominante entre los inversores financieros de que a finales del verano Hungría dispondrá de asistencia financiera internacional.
Bajo esta interpretación, se entiende que desde mediados de marzo (cuando el reinicio de las negociaciones se descontó en los mercados financieros) y hasta el 7 de mayo, la prima de riesgo magiar descendiese cerca de 100 puntos básicos. Desafortunadamente, en dicha fecha se conoció el resultado de las primeras elecciones griegas, abriéndose un periodo de fuerte aversión al riesgo. En este contexto, la evolución de la prima de riesgo indica que los inversores incluyen a la economía magiar entre los eslabones débiles de la Unión. Ello se debe no solo a la situación fiscal del país, sino también a las expectativas de recaída en la recesión que se manejan.
Este último factor nos remite al tercero de los interrogantes con los que abríamos este apartado. Ante un escenario macroeconómico en la zona del euro notablemente incierto, y con los indicadores de actividad en las economías centrales de la Unión en franco deterioro, la cuestión de establecer el alcance del proceso de frenada de la actividad en Europa emergente se torna especialmente dificultosa. Cabe recordar que las cifras de crecimiento del primer trimestre sitúan en recesión (entendida como dos trimestres consecutivos con el PIB en retroceso) a Rumania y la República Checa, y en prácticamente esta situación, a Hungría. Solo escapan de la tónica de debilidad Polonia y Eslovaquia.
Los últimos indicadores de actividad sugieren que difícilmente el segundo trimestre será mejor que los tres primeros meses del año. El más sintético de todos ellos, el de sentimiento económico, ha empeorado en abril y mayo en todos los países que aquí reseñamos, con la excepción de Rumania, que ha registrado una moderada mejora. El deterioro es mayor en el caso de Hungría y de la República Checa. Todo ello apunta a que, en el segundo trimestre, la República Checa seguirá en recesión mientras que Hungría entrará plenamente en esa misma situación. Rumania podría estar saliendo de la recesión en dicho segundo trimestre, mientras que Polonia y Eslovaquia crecerán en términos intertrimestrales, pero a cotas reducidas.
A partir de aquí, cabría esperar una paulatina mejoría (ciertamente, lenta) en todos los países, con la probable excepción de Hungría, que debería notar plenamente los efectos del ajuste fiscal en marcha en la segunda mitad de 2012
Son la esperanza de Europa y si su crecimiento sigue frenándose será una muy mala noticia