El Wall Strett Journal informa de las previsiones de los bonus que se abonarán a los altos ejecutivos de los principales ejecutivos de los grandes bancos, en base a las previsiones de beneficios de dichas empresas, y que se irán conociendo a lo largo de esta semana.
Como ya comenté en mi artículo del pasado 16/01, los productos bancarios condicionan y revierten en los resultados de la entidad en los ejercicios siguientes, y por tanto, siempre resulta perversa premiar una actuación a largo plazo en base a sus resultados a corto plazo. No tiene ningún sentido económico valorar la gestión de un ejecutivo durante el año por los resultados que generan productos que tendrán una vigencia a largo plazo.
Dicho esto, y dejando clara mi disconformidad con estas bonificaciones, tampoco me parece coherente que todo el mundo ponga el grito en el cielo únicamente con los resultados de los bancos.
Es cierto que en el caso de Wall Street, si es grotesco que bancos que han debido rescatarse con dinero público paguen esas remuneraciones. Ahora bien, una vez que dichas entidades retornen las ayudas públicas, y vuelvan a ser puramente empresas totalmente privadas, deben responder únicamente ante sus dueños, los accionistas, y no ante el resto de la sociedad.
Hay mucha demogogia al respecto, y aunque mucha gente no lo considere así, lo bancos son necesarios en la sociedad, y en concreto la banca española es una de las mejores y más sólidas del mundo. Por ello, nadie discute la política retributiva de otras multinacionales importante, en particular una del sector de telecomunicaciones, que en los últimos 2 años han contratado a 2 conocidos políticos con sueldo astronómicos. En ese caso nadie se rasga las vestiduras.
En cambio, si un directivo de un banco recibe una millonaria pensión e indemnización, es sujeto de comentario por todo, sindicatos, gobierno…. Si a los accionistas de ese banco les parece bien, que derecho tienen a opinar el resto de agentes?
En conclusión, globalmente los bancos deben reconsiderar sus políticas retributivas, pero no por las críticas fáciles de algunos, sino por su propia eficiencia y equidad, para evitar comportamientos que pueden provocar retribuciones ficticias a corto plazo, y pérdidas a largo plazo.